miércoles, 19 de enero de 2011

Cantares de dulcedumbre

Garci Sánchez de Badajoz

La mucha tristeza mía
que causó vuestro deseo
ni de noche ni de día
cuando estoy donde nos veo
no olvida mi compañía.
Yo lo días no los vivo,
velo las noches cautivo
y si alguna noche duermo
suéñome muerto en un yermo
en la forma que aquí escribo.
Yo soñaba que me iba
desesperado de amor
por un montaña esquiva
donde, sino un ruiseñor,
no hallé otra cosa viva.
Y del dolor que llevaba
soñaba que me finaba,
y el Amor que lo sabía
y que a buscarme venía
al ruiseñor preguntaba:
-¿Cómo? ¿Sois vos el Amor?
-Sí, yo soy a quien seguís
y por quien dulce vivís
todos los que bien amáis.
-Ya sé por quién preguntáis:
por Garci Sánchez decís.
Muy poco ha que pasé
solo por esta ribera
y como lo vi y me vio,
yo quise saber quién era
y él luego me lo contó,
diciendo "Yo soy aquel
a quién más fue amor cruel,
cruel que causó dolor,
que a mí no me mató amor,
sino la tristeza de él."
Yo le dije así: "¿Podré
a tu mal dar algún medio?"
Díjome: "No, y el porqué
es porque aborrí el remedio
cuando de él desesperé."
Y estas palabras diciendo
y las lágrimas corriendo
se fue con dolores graves;
fuimos en pos de él siguiendo
hasta que muerto cayó
allí, entre unas acequias,
y aquellas aves y yo
le cantamos las obsequias
porque de amores murió.
Y aún no medio fallecido
la tristeza y el olvido
lo enterraron de crueles,
y en estos verdes laureles
fue su cuerpo convertido.
De allí nos quedó costumbre
las aves enamoradas
de cantar sobre su cumbre
las tardes, las alboradas,
cantares de dulcedumbre.
-Pues yo os otorgo indulgencia
de las penas, que la ausencia
os dará amor y tristura,
a quien más su sepultura
servirá con reverencia.
FIN
Vime alegre, vime ufano
de estar con tan dulce gente,
vime con bien soberano
enterrado honradamente,
y muerto de vuestra mano.
Así estando en tal concierto
creyendo que era muy cierto
que veía lo que escribo,
recordé y halleme vivo
de la cual causa soy muerto.

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